Linajes del ADN humano
Existen dos clases de linajes directos o haplogrupos, el paterno y el materno:
El linaje paterno se obtiene del ADN del cromosoma Y (abreviatura inglesa Y-DNA). Las mujeres tienen los cromosomas sexuales XX, mientras que los hombres tienen XY. El Y es exclusivo del varón y se pasa de padre a hijo, de modo que analizando el ADN del cromosoma Y se puede conocer el linaje paterno, es decir, "el padre del padre de tu padre…", etc. Agrupando los diversos linajes resultantes del análisis genético de muchas poblaciones, se formaron los haplogrupos paternos. Las mujeres, al no tener cromosoma Y, no pueden conocer el linaje paterno, salvo en el caso de que hagan analizar el cromosoma Y de un varón de su familia (padre, abuelo paterno, hermanos, primos de lado paterno o cualquier familiar que comparta línea paterna, y siempre suponiendo que no entran en juego las infidelidades conyugales de las madres de la familia).
El linaje materno se obtiene del ADN mitocondrial (abreviatura inglesa mtDNA). El ADN mitocondrial se encuentra en las mitocondrias, orgánulos celulares muy involucrados en el metabolismo y la producción de energía, y por una serie de motivos, se transmite exclusivamente por vía materna, de modo que analizar el ADN mitocondrial revela el linaje materno. Todos tenemos mitocondrias en nuestras células, así que todos, tanto hombres como mujeres, podemos conocer nuestro linaje materno.
Tanto el Y-DNA como el mtDNA proceden de unidades no-recombinantes de ADN, es decir, unidades que permanecen idénticas cruce tras cruce, salvo en caso de mutaciones. Los Homo sapiens tenemos, aparte del par de cromosomas sexuales, otros 22 pares de cromosomas no-sexuales (los autosomas). Por otro lado, si nos remontamos a sólo 300 años, tenemos ya más de mil ancestros, con lo cual conocer a dos de ellos (el paterno y el materno) es meramente orientativo.
Hay numerosas empresas que se dedican a analizar muestras genéticas del mundo entero. Algunas empresas comparan los resultados con bases de datos, dando porcentajes de similitud con etnias e individuos del mundo entero y proporcionando la posibilidad de compartir datos genéticos para encontrar familiares. Un análisis básico puede revelar cuál es el linaje paterno de una persona (si es hombre, o si es una mujer que ha hecho analizar a un varón de su familia) y cuál es el linaje materno.
Además de los linajes directos, existen también los linajes indirectos. Si se retrocede miles y miles de años, tenemos literalmente miles de antepasados ―aunque ciertamente muchos de ellos desaparezcan de nuestra composición genética, ya que cada progenitor sólo transmite la mitad de su herencia a un hijo, mientras que la otra mitad se pierde para siempre. La investigación del linaje paterno sólo nos habla de un antepasado, y la del linaje materno, de otro. Los haplogrupos nos brindan, por tanto, el conocimiento de solamente dos antepasados. Obviamente, esto ayuda a dar una idea, pero no es 100% fidedigno, porque para apreciar todas las contribuciones genéticas, hay que analizar los autosomas, que revelan aportes genéticos de las líneas indirectas.
Por ejemplo, se podría imaginar el caso de una horda de vikingos (haplogrupo I1) que desembarcó en el Magreb y que violaron a las mujeres locales, abandonándolas después y prosiguiendo sus expediciones. Está claro que los descendientes serán mestizos, y como se cruzarán con la gente de allí, sus aportes vikingos se diluirán cada vez más con el tiempo, aunque conservarán el linaje I1 siempre que tengan descendencia masculina, así como ciertas regiones del genoma asociado originariamente al I1, que se manifestarán en rasgos "vikingos" extremadamente residuales.
Algo similar pasó con las poblaciones indígenas de Latinoamérica y los conquistadores españoles. Muchos sudamericanos que son manifiestamente muy oscuros e indios, llevan el haplogrupo R1b (un linaje nórdico rojo), legado por un español que se cruzó con una india. Esto explica el hecho de que haya personas de aspecto manifiestamente no-nordico-rojo que porten el haplogrupo paterno R1b como un residuo inactivo (aunque dado que se transmiten 22 pares de autosomas y un linaje materno además del linaje paterno, es comprensible que algunos tengan vestigios de rasgos nordico-rojos). Las altas concentraciones de R1b halladas en ciertas etnias negras del norte de Camerún con claros rasgos nordico-rojos residuales, son otro elocuente testimonio de esto mismo. En cambio, puede darse el caso contrario: personas blancas que porten un linaje directo no-europeo (por ejemplo, el J2 o el E1b1b) pero que sean racialmente bastante puros, porque la mayoría de sus antepasados "indirectos" (ni vía paterna directa ni vía materna directa) era de linajes europeos.
Maravilloso y muy interesante!
ResponderEliminarUn saludo y como siempre muy interesante
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