Hombre de Cro-Magnon

Cráneo del llamado Crô-Magnon 1. Su antigüedad es de unos 30.000 años, pero sus rasgos y su capacidad craneal media de 1600 cm³ lo colocan evolutivamente muy por encima de los hombres modernos. El índice cefálico es de 73,7. La constitución más ancha y la mandíbula más cuadrada del Cromagnon se debe a una dieta paleolítica promovedora de una óptima mineralización esquelética. Otras diferencias morfológicas con respecto a la raza nórdico-blanca actual (nariz saliente y de puente nasal bajo) podrían apuntar hacia la existencia de diversas variedades Cromagnon, de las cuales sólo la correspondiente a la raza nórdico-blanca ha sobrevivido hasta nuestros días.

El Hombre de Cro-Magnon (cromañón) es el nombre con el cual se designa al tipo humano correspondiente a ciertos fósiles de Homo sapiens, en especial los asociados a las cuevas de Europa en las que se encontraron pinturas rupestres. Suele castellanizarse y abreviarse como "cromañón", sobre todo para su uso en plural (cromañones). Se trata del Homo sapiens más antiguo del continente europeo y su datación (40.000 años de antigüedad) se toma como el punto que da comienzo al Paleolítico superior. El geólogo Louis Lartet descubrió los primeros cinco esqueletos en marzo de 1868 en la cueva de Cro-Magnon (cerca de Les Eyzies de Tayac-Sireuil, Dordogne, Francia), lugar del que obtienen su nombre. La comunidad científica hoy acepta que el único candidato razonable al linaje paterno del cromañón y de la mayoría de cazadores-recolectores del Paleolítico Superior europeo, es el haplogrupo IJ, del que nació el I, por lo que el Hombre de Cro-Magnon es predecesor genético directo de la actual subespecie humana nórdida blanca, y constituye el tipo humano de los primeros hombres blancos.

Una secuencia de ADN Cro-Magnon de 28,000 años de antigüedad se obtuvo de huesos fósiles descubiertos en la cueva Paglicci, en Italia. Los resultados muestran que el ADN es idéntico a las secuencias de ADN de ciertos europeos modernos. Por lo tanto, afirman que la secuencia de ADN se ha mantenido casi sin cambios durante 28,000 años. Esto, por supuesto, confirma que el Hombre de Cro-Magnon era un individuo anatómicamente "moderno" que además tenía más fuerza y una capacidad cerebral más grande, y probablemente también más inteligente.

El Cromagnon se relaciona con la subespecie nórdica blanca y con grupos étnicos como los guanches rubios de las Islas Canarias (mtDNA U6b1), y se trata del Homo sapiens más antiguo del continente europeo. El cromañón aparece en Europa hace unos 40.000 años, durante una era que los hindúes llaman Krita Yuga o Satya Yuga, equivalente al concepto grecorromano de "Edad de Oro". Su procedencia está en nuestros días mucho más clara de lo que lo estuvo antaño: hoy, ningún paleoantropólogo serio afirma rotundamente que el cromañón provenga de África. Entre otras muchas cosas, la teoría africana no tiene fundamentación seria por el hecho de que, durante una glaciación, no tiene sentido desplazarse hacia el Norte, donde las condiciones ambientales son cada vez más difíciles, sino hacia el Sur. Teniendo esto en cuenta, Jean-François de Quatrefages pensaba que los cromañones vinieron del sur de Siberia persiguiendo a grandes mamíferos, mientras que otros, como representa la simulación de Currat & Excofier, piensan que los antepasados del cromañón procedían de Próximo Oriente y que penetraron en Europa por el corredor del Danubio. Esta última teoría puede ser más consistente, ya que concuerda plenamente con la pertenencia casi segura del cromañón al linaje IJ (que por aquella época se encontraba en Próximo Oriente, es decir, en una zona cuyas poblaciones móviles siempre penetraron Europa por los Balcanes, como lo harían después los nordico-rojos y los arménidos) y con las altas cotas de linajes paternos I encontradas actualmente en los Balcanes (con proporciones récord en la población croata de Bosnia). También concuerda con el hecho de que los primeros yacimientos propiamente Homo sapiens del continente estén precisamente en Europa del Este (como Peştera cu Oase en Rumanía, datado en 41.000 años). Cabe también la posibilidad de que la entrada a Europa no se hiciese por Turquía, sino que, desde Próximo Oriente, los antepasados de los cromañones cruzasen el Cáucaso y bordeasen el Mar Negro, recorriendo el sur de Ucrania antes de llegar a Rumanía y al bajo Danubio. Esta teoría se vería respaldada por el hecho de que en Moldavia encontramos yacimientos del horizonte cultural Gravetiense, asociado al hombre de Cromagnon, y por ciertas pistas que sugieren que algunos haplogrupos maternos U pudieron cruzar el Cáucaso.

Este mapa muestra (en rojo) la ruta más probable tomada por el cromañón y/o sus antepasados para entrar en Europa. Otra posibilidad incluye una migración procedente del Cáucaso, que habría cruzado el sur de Ucrania, topado con los Cárpatos y puesto rumbo al Sur, hacia el corredor del Danubio. La mayor parte de yacimientos del hombre de Cromagnon se encuentran en territorios aquí clasificados como estepas y tundras. Lo más probable es que se mantuviesen en estos territorios porque la caza era mucho mejor que en los bosques del Sur.

Este otro mapa, por ser muy esquemático, puede resultar más ilustrativo que el anterior. En él se aprecian bien las particularidades geográficas de Europa, plagada de barreras naturales (cordilleras montañosas, pero también el mismo Mediterráneo) que cortan la retirada hacia el Sur, obligando a las comunidades reproductivas a permanecer en latitudes septentrionales. Como vemos, no hay muchas opciones: la ruta de los Cromagnon fue bastante forzada por los accidentes geográficos (los Balcanes, los Alpes Dináricos, los Cárpatos, el glaciar alpino, el manto finoescandinavo, los Pirineos y los Picos de Europa). En aquella época, las cadenas montañosas debían ser mucho más impracticables de lo que lo son ahora, y más para un grupo cargado de mujeres y bebés.

Por otro lado, la distribución de los yacimientos cazadores-recolectores del Paleolítico europeo no da a entender en modo alguno una procedencia meridional.

El refugio franco-cántabro durante la glaciación de Würm (hasta hace 12.000 años)

Hábitat, linajes y evolución.


La glaciación de Würm fue una era en la que las condiciones ambientales de esta zona eran similares a las que rigen hoy en el extremo norte de Siberia. Las zonas en verde claro representan las tierras emergidas en aquella época (el lecho marino señalado debería esconder actualmente importantes yacimientos bajo las aguas), los puntos rojos son yacimientos humanos y el color blanco representa los glaciares. Aunque hay otros puntos más hacia el Sur y el Este de Europa, la porción aquí representada en el mapa se corresponde con el núcleo "clásico" de mayor densidad de yacimientos considerados del hombre de Cromagnon: la Cornisa Cantábrica y el sur de Francia. La distribución de estos yacimientos denota que sus pobladores procedían del Este o acaso del Norte, pero en modo alguno del Sur, ya que se adivina que estas comunidades fueron empujadas hacia el Sur por las glaciaciones, quedando comprimidas por encima de los Pirineos y de los Picos de Europa —que por aquel entonces debían ser muros de hielo absolutamente impracticables. Si realmente hubiesen llegado desde África (cosa absurda en plena glaciación, donde lo que impera es desplazarse hacia el Sur), los tendríamos apiñados por debajo de las cadenas montañosas, no por encima. Teniendo en cuenta la procedencia del linaje IJ, y la antigüedad de ciertos yacimientos propiamente humanos en el sudeste de Europa, lo más probable es que los antepasados de estas comunidades Cromagnon penetrasen Europa por el mismo punto por el que han entrado siempre las invasiones procedentes de Próximo Oriente: por el corredor del Danubio. El Danubio condujo a los invasores al sur de Alemania (las cadenas montañosas balcánicas eran glaciares y no podían cruzarse), desde donde no les quedó más remedio que dirigirse más al Oeste (al Sur tenían cortado el paso por el glaciar alpino, y al Norte por el casquete polar). Tras toparse con el muro del glaciar pirenaico, el siguiente paso lógico de este movimiento fue bordearlo hacia el Oeste, hasta desparramarse por toda la zona cantábrica —exactamente lo mismo que harían después los nordico-rojos tras seguir la misma ruta.

El motivo por el cual el cromañón no puede estar relacionado con la raza nórdica roja ni con el linaje R1b es que, en la época en la que aparece el cromañón en Europa (hace unos 40.000 años), el K, temprano precursor del R, se encontraba ni más ni menos que en Asia Central. Aunque de momento no se ha podido llevar al cabo un análisis genético del Y-DNA de un cromañón (el Y-DNA se descompone con el paso del tiempo mucho más rápidamente que el mtDNA), la comunidad científica hoy acepta que el único candidato razonable al linaje paterno del cromañón y de la mayoría de cazadores-recolectores del Paleolítico Superior europeo, es el haplogrupo IJ, del que nació el I. Con ello, queda claro que los cromañones eran una etnia, o una serie de etnias, que evolucionó a partir de antepasados arménidos (como posibilidad extremadamente remota, proto-khoisánidos, ya que no estamos totalmente seguros de si el IJK era ya arménido o de si la armenización de su linaje se produjo más tarde y sólo por la rama K). Es posible que en la conformación de la raza nordico-blanca hayan tenido lugar algunos aportes genéticos de la raza neandertal europea, del mismo modo que la raza neandertal oriental estuvo presente en los orígenes de la raza arménida.

Si miramos el cráneo de abajo, veremos que las facciones son esencialmente nordico-blancas: dolicocefalia, una frente que no llega a ser perfectamente vertical, mandíbula cuadrada y mentón puntiagudo (el mentón bien marcado es una aparición relativamente reciente en la evolución humana, y signo de un nivel más evolucionado), por no hablar de la alta estatura característica de este tipo humano. En cuanto a la conocida anchura de rostro y corpulencia con respecto a los nórdico-blancos actuales, tiene una explicación fácil: el cromañón llevaba una dieta cazadora-recolectora o paleodieta. Esta alimentación, junto con un estilo de vida violentamente activo, proporcionaba más consistencia esquelética, un mayor desarrollo muscular y un rostro mucho más ancho que la posterior dieta cerealista importada de Próximo Oriente por el Neolítico, que reducía el dimorfismo sexual (las diferencias morfológicas macho-hembra) y promovía la desmineralización y otros males. Weston A. Price, en su interesantísimo e importante estudio Nutrition and Physical degeneration, mostraba cómo las personas de alimentación "primitiva" tienen arcos dentales perfectos y, sobre todo, rostros anchos y un aspecto sano, mientras que las personas alimentadas a base de comida "moderna" procesada desarrollan una dentadura desordenada y rostros estrechos, por no hablar de un deterioro general de la salud que se manifiesta en el aspecto entero del individuo.

Esta joya de la paleoantropología es el cráneo del llamado Crô-Magnon 1. Su antigüedad es de unos 30.000 años, pero sus rasgos y su capacidad craneal media de 1600 cm³ lo colocan evolutivamente muy por encima de los hombres modernos. El índice cefálico es de 73,7. La constitución más ancha y la mandíbula más cuadrada del Cromagnon se debe a una dieta paleolítica promovedora de una óptima mineralización esquelética. Otras diferencias morfológicas con respecto a la raza nórdico-blanca actual (nariz saliente y de puente nasal bajo) podrían apuntar hacia la existencia de diversas variedades Cromagnon, de las cuales sólo la correspondiente a la raza nórdico-blanca ha sobrevivido hasta nuestros días.

Reconstrucción de un Cromagnon, American Museum of Natural History. Quizás el tipo humano más evolucionado que jamás haya pisado el planeta.

Ilustración de un Cromagnon. Estudios muestran que su ADN es idéntico a las secuencias de ADN de ciertos europeos modernos, especialmente del Norte de Europa. Era un individuo anatómicamente "moderno" que además tenía más fuerza y una capacidad cerebral más grande, y probablemente también más inteligente.

Comparación entre la altura de un "hombre moderno" y de un Hombre de Cro-Magnon.

Rasgos físicos

Del estudio por Broca, Quatrefages, Hamy y Lartet de los restos de la cueva de Cro-Magnon (tres adultos varones, una mujer y un feto) se derivó una descripción que incluía como rasgos destacados una elevada altura —uno de los varones medía 1,80 m y los más altos medían más de 1,95 m— y gran capacidad craneal (1590 cc). Además el cráneo alargado (masocéfalo), la frente alta y la bóveda más elevada que los Neanderthales, las protuberancias supraorbitarias bien marcadas, pero no en burlete ni en torus, la cara ancha, la nariz estrecha, órbitas bajas y rectangulares, y mandíbula robusta con un muy leve prognatismo (casi ortognática) con mentón desarrollado y prominente. Las tibias muy aplanadas transversalmente (platicnemia). Eran humanos anatómicamente "modernos", físicamente más robustos y grandes que el europeo moderno, y en general sus rasgos físicos se pueden encontrar todavía en las tipos europeos actuales, principalmente en los individuos de aspecto nórdico.

  • Ojos grises
  • Piel clara bronceable, puede llegar a tener un tono dorado tostado
  • Cabello rubio platinado
  • Complexión mesomorfa
  • Mandíbula ancha y cuadrada
Mujer "cromagnon" según una película estadounidense de los 80s

Genética

Los restos más antiguos de un Cro-Magnon masculino de los que se conoce su haplogrupo paterno (Y-DNA), tiene una datación de entre 45.000 y 35.000 AEC, y pertenecen al haplogrupo K2a* (K-M2308) o subclados del C1 (Haplogroup C-F3393). Estos incluyen los restos del hombre de Ust'-Ishim (Oeste de Siberia) K2a*, Oase 1 (Rumania) K2a*, Kostenki 14 (Suroeste de Rusia) C1b, y Goyet Q116-1 (Bélgica) C1a.[2][3]

En 2003, una secuenciación del DNA mitocondrial de dos individuos, uno de 23.000 años (Paglicci 52) y otro de 24.720 años (Paglicci 12) identificó el mtDNA como haplogrupo materno N, típico de los descendientes que habitan Asia Central.

Un estudio de 2015 secuenció el genoma de un cazador recolector occidental de 13.000 años en Suiza Bichon. Pertenece al haplogrupo Y-DNA I2a (I-M438) y al haplogrupo mtDNA U5b1h.

El haplogrupo I ha sido encontrado en altas frecuencias por toda Europa pero está virtualmente ausente en otros lugares. Se ha sugerido que este haplogrupo tiene un origen anterior al Último Máximo Glacial y ha sido encontrado en antiguas muestras de cazadores recolectores de Europa central y del Norte.

Cultura cazadora

Al vivir en un entorno similar al actual norte de Finlandia, la cultura del cromañón era, por pura necesidad, una cultura predominantemente cazadora y carnívora (existiendo hallazgos de puntas de lanza y flecha, propulsores de lanza hermosamente decorados, arpones, azagayas, pinturas rupestres con escenas de caza, silbatos, figuras de cabeza de caballo, etc.), razón por la cual hemos de imaginárnoslos viviendo una vida de intensa y constante actividad física al aire libre, y a menudo violenta. Ello los desarrolló como una variedad atlética, ágil y gimnástica. Es sin duda aquí, en las comunidades Cromagnon del norte de España, el sur de Francia, el sur de Alemania y los Balcanes, donde debemos buscar el origen de las tradiciones deportivas griegas de carrera, lanzamiento de jabalina, caza, lucha, gimnasia y tiro con arco.

Los animales que el Cromagnon cazaba fueron esencialmente los pertenecientes a la megafauna paleolítica, enormes mamíferos, fuente de carne abundante y con gran capa de grasa, que a veces eran cazados con flechas y lanzas, y otras con trampas tendidas por sus caminos habituales, cosa que implicaba altos conocimientos de rastreo y de rutas migratorias por parte de los cazadores. Estos animales fueron bien representados en el arte rupestre paleolítico, de una manera muy precisa que evidencia que los artistas conocían bien la anatomía animal y que además eran buenos dibujantes.

Por el entorno en el que habitaban, la recolección entre los cromañones se vería relegada a una posición menos importante que en otras zonas, mientras que la caza y la pesca adquirían una gran preponderancia, junto con una mayor ingesta de proteínas y grasas de origen animal. A su vez, la preeminencia de la caza se relaciona estrechamente con el comportamiento y la psicología depredadora y masculina.

El Hombre de Cro-magnon poseía habilidades depredatorias superiores. A las comunidades cromañón les tocó sobrevivir al Último Máximo Glacial, algo que sólo podrían haber conseguido volviéndose prácticamente carnívoros puros y aumentando mucho la proporción de grasa animal en la dieta. Al vivir en un entorno similar al actual norte de Finlandia, la cultura del cromañón era, por pura necesidad, una cultura predominantemente cazadora y carnívora (existiendo hallazgos de puntas de lanza y flecha, propulsores de lanza hermosamente decorados, arpones, azagayas, pinturas rupestres con escenas de caza, silbatos, figuras de cabeza de caballo, etc.), razón por la cual hemos de imaginárnoslos viviendo una vida de intensa y constante actividad física al aire libre, y a menudo violenta. Ello los desarrolló como una variedad atlética, ágil y gimnástica.

Sus culturas materiales (Auriñaciense, Solutrense, Magdaleniense y posiblemente Gravetiense) dan fe de que se trataba de sociedades que le concedían una enorme importancia a la caza y también a la pesca, así como de que eran capaces de aprovechar absolutamente todas las partes de los animales (por primera vez, surgen industrias de hueso, asta y marfil).

Los animales que el Cromagnon cazaba fueron esencialmente los pertenecientes a la megafauna paleolítica, enormes mamíferos, fuente de carne abundante y con gran capa de grasa, que a veces eran cazados con flechas y lanzas, y otras con trampas tendidas por sus caminos habituales, cosa que implicaba altos conocimientos de rastreo y de rutas migratorias por parte de los cazadores. Cazaban mamuts, bisontes, uros, renos, ciervos rojos, caballos, gamuzas, peces, focas, pájaros, marisco, etc. Muchos de estos animales, que constituían el fundamento de su vida y de su evolución, quedaron representados en las primeras pinturas rupestres, magníficos frescos que evidencian un preciso y refinadísimo conocimiento anatómico. Esta dieta produjo una constitución física privilegiada, una estatura altísima (aunque un esqueleto menos ancho que el del neandertal), un maxilar inferior prácticamente igual de ancho que el cráneo, alta capacidad craneal y una musculatura muy desarrollada, si bien menor que el neandertal.

Por el entorno en el que habitaban, la recolección entre los cromañones se vería relegada a una posición menos importante que en otras zonas, mientras que la caza y la pesca adquirían una gran preponderancia, junto con una mayor ingesta de proteínas y grasas de origen animal. A su vez, la preeminencia de la caza se relaciona estrechamente con el comportamiento y la psicología depredadora y masculina.

Durante el cambio climático de la desglaciación hace 12.000 años, el cromañón se desplazó hacia el Noreste mientras perseguía a las manadas de animales. Tras cruzar Francia, acabó en las orillas del Mar del Norte, en el sur de Escandinavia, la llanura germano-polaca y la cuenca del Báltico. Por el aumento de la temperatura y la extinción de la gran megafauna paleolítica (mamuts, rinocerontes lanudos, etc.), la proporción de comidas vegetales debió ascender algo a costa de las comidas animales durante el Mesolítico. Los microlitos de las culturas mesolíticas de Europa Occidental (Aziliense, Sauveteriense, Tardenoisiense, Asturiense, etc.) muestran que el tamaño de los animales cazados había disminuido drásticamente para aquella época, y que los tiempos del mamut, del rinoceronte lanudo y del bisonte ya quedaban atrás. Sin embargo, los descendientes del cromañón en Europa continuaron siendo cazadores-recolectores hasta que llegó la agricultura y el Neolítico a sus territorios hace unos 7.000 años.


Conflictos étnicos

El cromañón nordico-blanco, sin lugar a dudas, entró en conflicto territorial con comunidades reproductivas de otras especies. La primera con la que entraría en conflicto sería la Neandertal, que llevaba unos 200.000 años habitando el continente europeo, y que habría evolucionado a partir de otros homínidos autóctonos, como el Homo heidelbergensis. La brusca desaparición del neandertal (la teoría de la "extinción por cambio climático" es muy endeble por el hecho de que en el pasado el neandertal ya había sobrevivido a un cambio climático —el interglaciar de Riss-Würm— y que se "extinguió" en plena edad de hielo, aproximadamente 16 milenios antes de la desglaciación) sugiere que ambas especies mantuvieron un pulso (algo completamente normal en la Naturaleza cuando dos grupos distintos compiten por el mismo territorio) en el que finalmente acabaría triunfando el cromañón. Sin ninguna duda, hubo mezclas puntuales en Europa entre cromañones y neandertales (no nos referimos a las mezclas de Próximo Oriente que están ya demostradas genéticamente), ya que se han identificado cráneos híbridos, a medio camino entre ambos. En cualquier caso, es posible que en la formación de la raza nórdico-blanca haya habido una leve aportación genética de la raza neandertal europea.

Las luchas del cromañón no terminaron con la desaparición del neandertal, ya que está probado por restos de ADN mitocondrial que también entraron en Europa otras razas, concretamente la khoisánida y la cónguida. Las estatuillas de Venus con esteatopigia (una deformación muy común en ciertas etnias africanas khoisanizadas) atestiguan tal presencia, así como algunas pinturas rupestres muy similares a las encontradas en el África khoisánida. La parte cónguida es visible en ciertos cráneos innegablemente conguizados (influencia negroide) encontrados en Italia y el sur de Francia, como por ejemplo el hombre de Grimaldi.

Aunque indudablemente hubo casos de mezcla, el hecho de que hayan llegado individuos nordico-blancos puros hasta nuestros días implica que hubo clanes enteros que se conservaron libres de influencias genéticas extranjeras —hay que tener en cuenta que el Paleolítico debió ser la era más racista y etnocéntrica de la historia de la humanidad.

Dos grandes razas humanas que protagonizaron un verdadero duelo de titanes en suelo europeo. El Neandertal (izquierda) llevaba 200.000 años habitando Europa. Había superado períodos tanto glaciares como interglaciares, y ocupaba un territorio que iba desde Portugal hasta Asia Central. A pesar de su fabulosa adaptación al medio, cuando llegó el hombre de Cromagnon (derecha), el Neandertal tardó muy pocos milenios en extinguirse —cosa que sugiere que los cromañones pusieron muy alto el listón de la supervivencia en la lucha por la tierra. Posiblemente, en la sangre Cromagnon llegase a haber aportes leves de la raza neandertal europea que hayan pasado a formar parte del acervo genético de la raza nórdico-blanca.


Crô-Magnon 1 de frente. Quizás el tipo humano más evolucionado que jamás haya pisado el planeta.


Implicaciones de la desglaciación

Sabemos que hace unos 12.000 años, terminó la edad de hielo, el Pleistoceno dejó paso al Holoceno y el Paleolítico dejó paso al Mesolítico. Sin embargo, el deshielo no tuvo como único efecto el desplazamiento de los NB a latitudes más septentrionales, sino que propició toda una serie de cambios que presagiaban la llegada de la civilización.

Para empezar, el cambio climático sacó a los nordico-blancos del entorno para el cual estaban adaptados. Aunque se desplazaron hacia el norte de Europa, ya no volvería a ser ese paisaje de estepas, tundras y llanuras gélidas que habían conocido, sino que se trataría ya de una zona densamente boscosa, de temperaturas más suaves. La fauna, asimismo, cambió: se extinguieron los mamuts y la megafauna fue sustituida por una fauna más pequeña (ciervos, jabalíes, liebres, etc.) y con una capa de grasa muy modesta. Asimismo, con la sustitución del hielo por bosques boreales, aumentó enormemente la oferta de productos de origen vegetal. Ello implica que a su vez aumentó el papel de la recolección (asociado a la mujer) y disminuyó el prestigio y la dependencia de la caza (asociada al hombre). La combinación de cambio climático, cambio alimenticio y estilo de vida tuvo que tener un pronunciado efecto metabólico y también psicológico. Esto puso punto final al durísimo mundo paleolítico, aumentó la feminización social y predispuso a las comunidades a la llegada de formas herbívoras y masificadas de vida social.

A pesar de este proceso, la caza se mantuvo hasta hace bien poco como tradición en el seno de las élites sociales. El historial posterior de las tribus indoeuropeas (muy notable el caso relativamente reciente de los vikingos), así como la omnipresencia de divinidades cazadoras, demuestra que la depredación aun estaba firmemente arraigada en la psique de estas etnias.

Cultura material y forma de vida

El Hombre de Cro-Magnon se asoció desde su descubrimiento a la industria lítica denominada Auriñaciense (Modo 4) que fue identificada pocos años antes. No obstante, esta asociación no se considera en la actualidad de un modo muy estricto.

Portadores de una cultura avanzada en comparación con otras variedades humanas, a los cromañones se les ha llamado "los helenos del Paleolítico". El Hombre de Cro-Magnon fue el primero en desarrollar el arte de la fabricación de útiles de piedra y hueso muy precisos. Fabricó agujas de hueso demasiado delgadas como para atravesar pieles pero que fácilmente atravesaba telas con las que elaboraba sus vestidos. Fabricó afiladas puntas de lanza, hojas de cuchillo, perfectos picos, hachas y herramientas por medio de un lascado cuidadoso. Además, aprendió que una piedra calentada al fuego y enfriada después lentamente se podía trabajar con mayor facilidad y precisión. Elaboró dardos y lanzas de madera que dotó de puntas de pedernal u obsidiana en forma de flecha, o sobre las que insertó cabezas de arpones de hueso con numerosos garfios. Los cromañones ya disponían de una capacidad para el lenguaje (tanto del aparato fonador como cerebral) y para el pensamiento simbólico, fue el primero en dominar un lenguaje oral coherente.

La forma de vida era cazadora-recolectora. Cazaba en grupo; los animales grandes, con trampas; y los pequeños, con piedras y saetas. Planificaba la captura de grandes animales. Para apresar animales empleaba trampas cuidadosamente disimuladas. Además se dedicó a la pesca y construyó las primeras canoas dotadas de condiciones de navegabilidad. Descubrió que era posible mejorar la fabricación de útiles de piedra mediante nuevos procedimientos. En lugar de golpear piedras entre sí, comenzó a trabajarlas con materiales blandos tales como herramientas cilíndricas para golpear o martillos de madera, hueso o cuerno. Utilizó también cinceles de madera o hueso y con ello consiguió realizar trabajos más finos.

Vivía en hordas de entre 15 y 30 individuos, aunque según Coon (1962), comunidades de más de 1000 individuos no eran infrecuentes, patrón que continuó en el Mesolítico. El Hombre de Cro-Magnon no tuvo necesariamente que seguir la migración de rebaños de animales, pues ya domesticaba algunas especies. Sin que pueda considerárseles sedentarios, posiblemente mantenían un lugar preferente de residencia, que ocasionalmente abandonarían para trasladarse a otro. Aunque llegó a vivir en cuevas y temporalmente en campamentos al aire libre, por primera vez en la historia construyó viviendas y poblados. Pozos, chimeneas y patrones de hoyos son usuales restos de estas viviendas. Excavaciones al centro de Europa han puesto de manifiesto que durante el período Solutrense había lugares en los que pueblos enteros una vez existieron con hileras de casas. Como protección contra la lluvia fabricó tejados de hojas o de paja donde se carecía de refugios naturales. Construyó cabañas familiares, soterradas hasta media altura para protegerse del frío. Confeccionó asimismo tiendas fijas con pieles y cueros. Comparativamente, en la época del Cro-Magnon las artes plásticas alcanzaron un gran desarrollo, sobre todo la elaboración de esculturas y bajorrelieves de arcilla o hueso, el grabado de huesos y la pintura mural. Se sabe por los objetos funerarios encontrados que el hombre de Cro-Magnon también fabricó adornos y joyas que tenían una función de talismán: collares de conchas y dientes perforados, pulseras y redecillas para el pelo, e incluso instrumentos musicales y calendarios de hueso tallados con notaciones simbólicas cercanas a la escritura (Marshack, 1964).

A menudo decoraban sus tumbas con pilas de huesos de Mamut ordenadas. En Sunghir, sitio Paleolítico en Rusia a 190 kilómetros de Moscú, que data aproximadamente de 25.000 años, es conocido por el estilo de los enterramientos. Los difuntos eran enterrados vestidos con ropa y joyas de marfil.

Ilustración de diversas vestimentas cromagnon

Ilustración de un hogar cromagnon

Contacto e hibridación con el hombre de Neanderthal

El hombre de Cro-magnon (Homo sapiens) tuvo contacto con otra especie de homínido, el Homo neanderthalensis durante las primeras etapas del Paleolítico Superior en Europa, zona en la que hubo poblaciones de ambas especies durante un breve periodo —hasta hace unos 29.000 años, o incluso unos 27.000 años en el sur de la Península Ibérica—. Aunque el neandertal se extinguió probablemente debido a la competencia territorial, varios análisis han concluido que hubo hibridación entre ambas especies y se calcula en un 20% la cantidad total del genoma neandertal que ha sobrevivido en el moderno Homo sapiens no africano.

Representación artística de mujer híbrida cro-magnon-neanderthal.

Influencia cromañón en individuos modernos:




Comparativa de un cráneo cro-magnon con el rostro de un individuo moderno heredero de la forma y genética de esta subespecie antigua.

Comparativa de perfil con un individuo altamente cromañonizado, este tipo de arcaiquismo suele aparecer en personas de tipo nórdico.

Cromañización en el cráneo de este individuo escandinavo




Cráneos cro-magnon:

Comparativa entre un cráneo moderno y uno cro-magnon






https://www.science.org/doi/10.1126/science.aaa0114





  1. Caveman DNA looks modern Science, 16 de julio de 2008. (en inglés)
  2. Volver arriba Fu, Qiaomei; et al. (2016). "The genetic history of Ice Age Europe". Nature. doi:10.1038/nature17993.
  3. Volver arriba Seguin-Orlando et al.(2014) Genomic structure in Europeans dating back at least 36,200 years
  4. Volver arriba Upper Palaeolithic genomes reveal deep roots of modern Eurasians
  5. Volver arriba Live Science: At least 20% of Neanderthal DNA Is in Humans






La adquisición de los rasgos nórdicos fue muy rápida. Posibles causas de esta evolución acelerada

Los genetistas creen que para desarrollar los rasgos fenotípicos propios de las razas nórdicas, hubieran sido necesarios 850.000 años de aislamiento y evolución segregada. Existen varias posibles explicaciones a este fenómeno inaudito de "aceleración evolutiva":

a) Estos ochocientos mil años fueron saltados y concentrados en el tiempo gracias a que, entre los antepasados de los nordico-blancos, reinaba una estricta auto-selección consciente que buscaba deliberadamente aupar a la multiplicación sólo las cualidades que les interesaba obtener para las generaciones futuras. Las razas nórdicas pudieron tener líderes que velaron por la calidad de la estirpe y la sometieron a un estricto régimen evolutivo ascendente de forma parecida a como hacen los ganaderos con sus rebaños, además de que las mismas comunidades estarían fuertemente concienciadas en cuanto a su papel evolutivo.

b) Una gran relevancia de la selección sexual (aparte de los consabidos rigores del clima ártico que entrarían en la categoría de selección natural, y que por sí mismos no bastan para explicar la rapidísima evolución de las razas nórdicas). Aun así se antoja muy difícil que las razas nórdicas hayan surgido por obra del azar y del libre albedrío: parece más bien obra de una "evolución dirigida".

c) Los antepasados de las razas nórdicas adquirieron sus rasgos debido al cruce con una raza desconocida. Por ejemplo, es posible que el nordico-blanco puro moderno tenga, en su origen, parte de contribución genética de una raza neandertal europea, mientras que el nordico-rojo puede tener algo que ver con el hombre de Denisova, que habitó un territorio cercano al suyo.

d) La presencia de "virus benignos" en la comunidad reproductiva. Un virus es sencillamente un agente infeccioso (se duda en si llamarlos seres vivos) con una interesante forma geométrica y que, a pesar de tener ADN propio, no tiene la autonomía ni los medios para hacer copias del mismo y por tanto para reproducirse. Por ello, necesita entrar en organismos ajenos para utilizar su "maquinaria" de replicación celular. Después, puede inyectar su ADN en porciones del genoma del anfitrión y, al contagiarse a otro individuo, hacer lo mismo en su cuerpo. El virus mismo puede ir mutando y evolucionando a través de todos estos procesos, según va tomando porciones distintas del genoma de anfitriones distintos. Aquí es necesario recordar que en la Naturaleza hay millones de virus y que la mayoría de seres vivos son portadores de diversos virus totalmente inofensivos para ellos, y cuyo papel es desconocido porque la ciencia no les ha prestado mucha atención. Que un virus se vuelva contra su anfitrión matándolo es una anomalía de la Naturaleza, ya que el primer perjudicado es el virus mismo, que se queda sin el sustento genético necesario para su supervivencia y reproducción. La mayoría de los virus son, si no benévolos, totalmente neutros, y se dedican a transportar y transformar ADN de un lado a otro. Hoy parece claro que los virus son un importante medio de transferencia genética horizontal, y que aumentan enormemente la diversidad genética —produciendo un amplísimo abanico de cambios sobre los cuales actuaría posteriormente la selección natural para dejar con vida sólo los caracteres ventajosos. Sin embargo, el papel más importante de los virus es más bien forzar a sus portadores a desarrollar adaptaciones genéticas a él. En una comunidad reproductiva sometida a una selección natural despiadada y portadora de cierto virus, moriría todo aquel que no fuese capaz de desarrollar mecanismos de resistencia a la infección vírica —en una frase, los alelos (variantes de un mismo gen) ventajosos para combatir una infección determinada, son promovidos gracias a la selección natural. En adelante, los que sobrevivan serán todos portadores del virus que se han adaptado a su presencia, por lo que, en la práctica, el virus ha mejorado la adaptación de una comunidad reproductiva al medio, llevándose por delante a los que no estaban a la altura de las circunstancias y convirtiéndose en otro de esos virus "inofensivos" (solo para la comunidad) pero con un importante papel evolutivo en el pasado. El "racismo instintivo", o fobia al contacto físico con otras comunidades reproductivas, puede venir motivado evolutivamente por el miedo intuitivo a contagiarse de otros virus tribales a los cuales no se está adaptado. No hay que olvidar que todos los gestos de compartir piel y aliento, desde una palmadita en la espalda hasta el coito (pasando por apretones de manos, abrazos, besos, caricias, etc.), son potenciales métodos de intercambio de virus y por tanto de material genético en mayor o menor medida. De hecho, si resulta que los virus tenían un papel importante en la evolución humana, podemos imaginarnos la catástrofe que supuso mezclar "virus tribales" propiciadores de adaptaciones opuestas (glacial vs. tropical o desértica por ejemplo) a base de mantener contacto físico habitual con otras comunidades reproductivas.

e) Otra cosa que para algunos se llega a subestimar en la evolución humana es la cuestión espiritual y la voluntad a nivel de comunidad popular, a lo largo de generaciones enteras, pero no hay evidencia para demostrarlo.

f) Una combinación de todos o varios de los puntos anteriores.

Implicaciones de la desglaciación

Sabemos que hace unos 12.000 años, terminó la edad de hielo, el Pleistoceno dejó paso al Holoceno y el Paleolítico dejó paso al Mesolítico. Sin embargo, el deshielo no tuvo como único efecto el desplazamiento de los NB a latitudes más septentrionales, sino que propició toda una serie de cambios que presagiaban la llegada de la civilización.

Para empezar, el cambio climático sacó a los nordico-blancos del entorno para el cual estaban adaptados. Aunque se desplazaron hacia el norte de Europa, ya no volvería a ser ese paisaje de estepas, tundras y llanuras gélidas que habían conocido, sino que se trataría ya de una zona densamente boscosa, de temperaturas más suaves. La fauna, asimismo, cambió: se extinguieron los mamuts y la megafauna fue sustituida por una fauna más pequeña (ciervos, jabalíes, liebres, etc.) y con una capa de grasa muy modesta. Asimismo, con la sustitución del hielo por bosques boreales, aumentó enormemente la oferta de productos de origen vegetal. Ello implica que a su vez aumentó el papel de la recolección (asociado a la mujer) y disminuyó el prestigio y la dependencia de la caza (asociada al hombre). La combinación de cambio climático, cambio alimenticio y estilo de vida tuvo que tener un pronunciado efecto metabólico y también psicológico. Esto puso punto final al durísimo mundo paleolítico, aumentó la feminización social y predispuso a las comunidades a la llegada de formas herbívoras y masificadas de vida social.

A pesar de este proceso, la caza se mantuvo hasta hace bien poco como tradición en el seno de las élites sociales. El historial posterior de las tribus indoeuropeas (muy notable el caso relativamente reciente de los vikingos), así como la omnipresencia de divinidades cazadoras, demuestra que la depredación aun estaba firmemente arraigada en la psique de estas etnias.



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